Los habitantes advierten que los niños se están enfermando por los olores putrefactos emanados de las cloacas.
Alcantarillas rebosadas y calles llenas de aguas servidas es el panorama que se observaba a diario en el barrio Ángela María en el municipio de Pivijay desde hace más de seis meses.
Según lo informado por la comunidad, la cloaca pasa las 24 horas del día derramando aguas putrefactas, emanando fuertes olores que perjudica la calidad de vida de los moradores que no pueden ni sentarse en las terrazas.
Además, sostienen que muchos niños se han enfermado y han sido traslados a los centros médicos por las ronchas que reportan que producen sus cuerpos por la problemática sanitaria que padecen.
La comunidad hace un llamo a las autoridades para que solucionen los rebosamientos de aguas residuales.