Hermenegildo Mejía Durán, es uno de esos seres humanos que se levanta día a día con la convicción de sacar adelante a su familia. Su oficio, era el mototaxismo, una actividad que aún no ha sido regulada en el país pero que se convirtió en la única opción de este hombre para llevar el sustento a su hogar.
Con su carisma y esas ganas de salir adelante pese a sus 78 años de edad, se convirtió en el mototaxista de confianza de muchos residentes en el municipio de Mompox, ciudad llena de historia en donde aprovechaba cada carrera para contar alguna anécdota de su vida.
Así mismo lo hacía con turistas y visitantes, quienes tomaban este servicio como opción para movilizarse de un sitio a otro, mientras él, contaba la historia de esta maravillosa tierra llamada “La Ciudad de Dios” de donde es oriundo.
Una mañana cualquiera, se levantó y se preparó para irse a trabajar con el mismo amor y carisma de siempre, sin saber que esa mañana, no iba a poder seguir contando sus propias historias ni enamorando a los forasteros con las historias de su tierra querida.
Un ataque cerebral isquémico, hizo que en minutos muriera parte de su cerebro y de su vida, un coágulo que bloqueó el flujo sanguíneo hacia una parte del cerebro, le afectó el 80% de su movilidad y que hoy en día lo imposibilitan de ser ese señor que, sin importar la edad, trabajaba honradamente por su familia, de la que hoy en día solo muestran gratitud, admiración y respeto por él.
Mompox, ‘Ciudad de Dios’, es muy apreciada por su belleza urbanística, sobre todo en el Centro Histórico. Es una herencia arquitectónica de la época colonial, fundada por el Cacique Mompoj quien la gobernó con rectitud apoyado por sus dos tenientes más cercanos, Zuzua y Mahomon. En la lucha por la Independencia, se ganó el remoquete de Ciudad Valerosa.
Sin embargo, hoy la Ciudad Valerosa vive la pobreza y la falta de oportunidades como muchas de estas ciudades intermedias colombianas. El mototaxismo, fue la única forma de rebusque para Hermenegildo, hasta cuando le ocurrió dicho accidente.
En medio de tanta tristeza que arropaba a Mejía, fue tocado por vientos de esperanzas impulsados por miembros adscritos al IV Distrito de Policía Mompox, quienes llegaron hasta su casa y en compañía de la fundación ASOGRUMAG, le entregaron una silla de ruedas como aporte al desarrollo de sus terapias y tratamientos.
Quedando así demostrado el sentir humano de los policías de la Estación de dicha población. Resaltando a su vez la loable labor del gestor de Prevención y Educación Ciudadana y el comandante de Estación.
Hombres y mujeres que no solo portan armas de fuego, sino que poseen una artillería de sentimientos y emociones al servicio de quienes más lo necesitan.
Desde lo más alto del cielo el gran cacique Mompoj, debe estar aplaudiendo está acción policial cargada de humanismo que se riega en tierras momposinas.