Según la Autoridad de Gestión de Desastres y Emergencias (AFAD) de Turquía, los sismos dejaron en ese país 1.498 muertos y al menos 8.533 heridos. Hay contabilizados 2.834 edificios derrumbados, lo que hace temer un número aún mayor de víctimas. Además en Siria se han contabilizado 800 muertos.
El epicentro del sismo se halló en Pazarcik en la provincia de Kahramanmaras, según el servicio de emergencias turco Afad, aunque el observatorio sísmico de Kandilli lo ubica en Sofalici, en la provincia vecina de Gaziantep, unos 40 kilómetros más al sur. La fuerza del terremoto la situó en 7,8 el Servicio Geológico de Estados Unidos, mientras que Afad lo establece en 7,7.
Uno de los símbolos de la enorme destrucción del sismo es el histórico castillo romano de Gaziantep, que llevaba en pie más de 1.700 años y que ha sido arrasado por el temblor.
En Siria, inmersa en más de una década de guerra civil, la zona afectada se divide entre el territorio controlado por el gobierno y el último enclave del país controlado por la oposición, que está rodeado por fuerzas gubernamentales respaldadas por Rusia.
Estas zonas opositoras son fronterizas con Turquía y se encuentran más cerca del epicentro, por lo que la diferencia en el balance podría deberse a su menor capacidad de coordinar el recuento al no haber única autoridad gubernamental a cargo de las operaciones de rescate.
Frente a la situación Hakan Bilgin, presidente de Médicos del Mundo, se refirió en La W sobre cómo se está abordando la tragedia en este país.
Señaló que entre las prioridades de la organización es atender el sur de Turquía y Siria, que presentan el 60% de afectación.
No obstante, mencionó que por las condiciones del invierno atender la emergencia por el terremoto ha sido complicado: “el mal tiempo ha dificultado nuestra labor, la ayuda toma más tiempo porque no pudimos aterrizar en helicóptero, así que estamos tratando de llegar por tierra”.