Para solventar el bajo uso y aprovechamiento que Colombia hace de la información tecnológica derivada de las patentes y la poca articulación de las instituciones que participan en actividades de I+D+I (Investigación, Desarrollo e Innovación), la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) ha realizado convenios con 39 Centros de Apoyo a la Tecnología y la Innovación, Cati, en todo el país, de los cuales 11 son regionales y 28, liderados por instituciones. De ellos, el de la Universidad del Magdalena es el único de la región Caribe abanderado por una universidad pública.
Los Cati buscan fomentar la innovación y el desarrollo económico mediante el acceso de los usuarios del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación a las bases de datos sobre patentes y otros recursos científicos y tecnológicos, así como a través de charlas presenciales y a distancia para desarrollar nuevas capacidades y una estructura de alcance nacional en el uso y aprovechamiento de la información tecnológica y de la propiedad intelectual.
Adicionalmente, buscan crear una red de colaboración interinstitucional para la implementación eficiente y compartida de recursos y de información tecnológica que permita generar y promocionar servicios en información y vigilancia.
Al Cati de Unimagdalena, liderado desde la Vicerrectoría de Investigación de la Institución, se acercan periódicamente comunidades, emprendedores, científicos y estudiantes que requieren proteger sus innovaciones o productos a partir de estrategias de propiedad industrial. Incluso, son apoyados en la búsqueda de información científica y tecnológica, así como en el establecimiento de planes de negocio que les permitan dimensionar el potencial comercial de sus creaciones en el ámbito nacional y mundial.
Gracias a la sinergia entre la academia, el Estado y los emprendedores, que suponen los Cati como el de la Alma Mater, actualmente Colombia cuenta con diversos productos reconocidos como denominaciones de origen, tal es el caso del café nacional y los de seis regiones específicas del país; el fruto llamado cholupa en el Huila; el quesillo del Caquetá; el queso de Paipa; el bizcocho de achira del Huila; el arroz de la meseta de Ibagué; el bocadillo veleño; el cangrejo negro de Providencia; flores como la rosa, el clavel y el crisantemo, y productos artesanales como los sombreros aguadeño, de Sandoná y de Suaza; la cerámica artesanal de Ráquira, del Carmen de Viboral y de La Chamba; la chiva de Pitalito; la tejeduría de San Jacinto, Zenú y la Wayuú; el barniz de Pasto y la cestería en rollo de Guacamayas.
Pese al inmenso reconocimiento que históricamente y en el ámbito mundial han tenido los tejidos elaborados por los indígenas Kogui, Wiwa y Arhuacos de la Sierra Nevada de Santa Marta, como una evidencia de su cosmovisión y resultado de una práctica ancestral milenaria, hasta el momento estos no cuentan con denominación de origen.