En una pequeña librería en el centro comercial más grande del Caribe, decenas de personas se reunieron una noche reciente para el lanzamiento de un delgado diccionario. Su título es ‘El ABC de DtMF’, que es la abreviatura de ‘DeBÍ TiRAR MáS FOToS’, el nuevo álbum del último hijo prodigioso de Puerto Rico, Benito Antonio Martínez Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny.
El público, en su mayoría de edad avanzada, hojeaba las páginas buscando entender más sobre la cultura de Puerto Rico, los lugares, frases y referencias en la música de Bad Bunny.
El cantante ha elevado el perfil global de la isla, un territorio estadounidense, a nuevas alturas, promoviendo su música tradicional, denunciando su gentrificación y desafiando su estatus político.
Fue una oportunidad inesperada para una isla que durante años ha clamado por su estadidad, la disminución de viviendas asequibles, el alto costo de vida, los apagones crónicos, el éxodo médico y la economía frágil. Las súplicas por el cambio han sido en gran medida ignoradas, pero los puertorriqueños son optimistas de que el nuevo álbum de Bad Bunny y su serie de 30 conciertos que comenzó el viernes significan que finalmente serán escuchados.
“Él va a hacer un cambio, y hay una juventud que lo va a apoyar”, dijo Luis Rosado, de 57 años, quien esta semana asistió al lanzamiento del diccionario por insistencia de su hijo, que vive en el extranjero.
“Quieren al barrio mío”
Diez minutos antes del primer concierto, un cartel gigante en el escenario se iluminó con las palabras: “Puerto Rico es una colonia desde que Cristóbal Colón ‘descubrió’ la isla durante su segundo viaje al Nuevo Mundo en 1493”.
La multitud que llenaba el coliseo con capacidad para 18,000 personas vitoreó.
“Este álbum ha despertado una conversación alrededor de todo el mundo de nuestra situación como colonia”, dijo Andrea Figueroa, una atleta profesional de 24 años que comentó que los extranjeros han comenzado a preguntarle sobre Puerto Rico y sus problemas, algo que espera pueda producir un cambio.
Los nacidos en la isla de 3,2 millones de habitantes son ciudadanos estadounidenses pero no pueden votar en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y tienen un representante en el Congreso federal con poderes de voto limitados.
Figueroa expresó que el álbum resonó con ella porque su padre es una de las miles de personas que se han visto obligadas a dejar la isla en busca de trabajo mientras la economía se desmoronaba. Es un sentimiento que Bad Bunny canta en ‘Qué pasó con Hawaii’, con la letra, “No quería irse pa’ Orlando, pero el corrupto lo echó”.
La canción abarca la preocupación de que la identidad puertorriqueña se está erosionando en medio de una afluencia de personas del continente estadounidense, muchas de ellas atraídas por una ley de 2012 que permite a los estadounidenses mudarse a la isla y no pagar impuestos sobre las ganancias de capital si cumplen ciertas condiciones.
Cientos de estadounidenses también compraron propiedades en Puerto Rico después de que el huracán María azotara la isla como una poderosa tormenta de categoría 4 en 2017, obligando a más de 100,000 personas a irse.
“Quieren quitarme el río y también la playa; quieren al barrio mío y que la abuelita se vaya”, cantó Bad Bunny el viernes mientras la multitud ahogaba su voz.
El artista pasó la mitad del concierto del viernes cantando desde el porche y el techo de una casa tradicional puertorriqueña que sirvió como un segundo escenario, donde se pregunta en voz alta sobre su destino porque ha sido alquilada: “¿Será de gente buena? ¿Será de Airbnb?”.
La multitud, en su mayoría joven, abucheó ruidosamente, estremeciéndose ante su realidad en una isla donde el índice de precios de la vivienda aumentó casi un 60% de 2018 a 2024 y donde los alquileres a corto plazo han aumentado de unos 1,000 en 2014 a más de 25,000 en 2023.







