Se trata del acordeonero, cantautor y productor que llenó de sentimiento y sabor el pentágrama musical. Recientemente el Festivallenato le rindió honores.
En 1986 Omar Antonio Geles Suárez, compuso su primera canción siendo la causa principal un dolor muy grande en su corazón, producto de la tristeza porque a su ‘Mona linda’ (Liliana Carrillo), la habían enviado a estudiar al exterior, exactamente a Londres, capital de Inglaterra. Entonces, sabiendo que ella estaba lejos, le regaló una canción que terminó siendo su primer éxito.
Desde que compuso su primera canción no hubo año en que no pusiera a sonar en las estaciones radiales al menos un éxito, teniendo la virtud de componer canciones para el cantante tradicional hasta llegar al más moderno. Entre el listado de sus canciones sobresale ‘Los caminos de la vida’, la misma que ha sonado en los lugares menos pensados del mundo. Toda una proeza musical difícil de igualar.
El legado
El día de la entrevista, con su amabilidad característica se sentó a narrar su vida y obra musical. En aquel diálogo pensó cuando le tocara despedirse de la vida. “Quiero dejar un legado de enseñanza a los jóvenes para que se inclinen por hacer música. Me gustaría que me recuerden más por la pasión que le tengo a la música, que por los éxitos y resultados que he obtenido que son muchos, uno de ellos ser Rey Vallenato 1989”.
Enseguida recalcó. “Le agradezco mucho a Dios por mi carrera porque soy una persona que no estudió poesía o leyó libros. Con lo poquito que aprendí en el colegio me inspiro para seguir escribiendo canciones y he tenido la aceptación total”.
Omar Geles no solamente tocó el acordeón, como lo mandó Diomedes Díaz en aquella célebre presentación, sino dejó explicado que la inspiración solamente requiere que le den trabajo para girar en el cerebro, y enseguida producir cantos parecidos a ostias musicales.
Él tuvo la virtud, desde una palabra comenzar a construir una canción y si había una historia le ponía el libreto preciso, para que diera las mejores vueltas por el mundo vallenato. Todo era posible cuando se agarraba de sus vivencias, sentimientos y podía maniobrar entre la realidad del acontecimiento. Además, para componer tenía la virtud de mover el tiempo de su vida sin mirar las horas. Mejor, aprovechaba el momento para romper las sombras y alcanzar la imagen ideal.
A Omar Geles el tiempo nunca le alcanzaba para contar los hechos que desencadenaron en canciones, porque en el mismo instante anotaba algo y era el comienzo de todo. Siempre recalcaba que lo suyo era pasión. Algo así como un eco que venía del infinito para poder soñar despierto.
“Desde que conocí el acordeón me encariñé con su sonido y a la par comencé a cantar esos temas de los juglares que nos marcaron el camino del folclor. Después, llegó mi etapa de compositor en la que sobresalí. También me incliné por ser cantante y pude triunfar”, anotó.
Genio de la composición
Era un genio para componer y tenía su mejor letra y sentido musical porque provenía de la realidad, donde el corazón palpitaba sin pausa, para por ejemplo poder cantar con emoción. ¿Y cómo le pago a mi Dios? ¿Cómo le pago yo, por tenerte a mi lado? ¿Cómo le agradezco yo, sí lo que ahora me dio nunca me lo había dado?