Un estremecedor terremoto de magnitud 8,8 sacudió las aguas frente a la península de Kamchatka, en el este de Rusia, desatando un potente tsunami que arrasó la ciudad costera de Severo-Kurilsk. Las imágenes captadas por drones mostraron cómo las olas invadieron las calles, arrastrando barcos, destruyendo plantas pesqueras y dejando tras de sí un paisaje devastado.
La catástrofe se sintió en todo el Pacífico. Las olas alcanzaron a Hokkaido, Ibaraki e incluso Chiba, justo al este de Tokio, según informes de NHK. En Ishinomaki, al norte de Japón, se registró un tsunami de 50 cm. En Alaska, se observaron oleajes menores en Amchitka y Adak, pero el Centro Nacional de Alerta de Tsunamis advirtió que los efectos podrían persistir durante horas o incluso más de un día en algunas zonas.
Hawái también fue puesto bajo advertencia, esperándose la llegada de las primeras olas tras las 7 p. m. hora local. En la costa oeste de EE. UU., México, Canadá y zonas como Crescent City, California —donde las sirenas de emergencia fueron activadas— se emitieron avisos ante la posibilidad de olas de hasta 1,7 metros.
Las autoridades en Oregon alertaron sobre posibles olas de entre 30 y 91 cm a partir de las 11:40 p. m., instando a la población a mantenerse alejados del mar. México, por su parte, también emitió una advertencia ante la posibilidad de olas de hasta 1 metro. Aunque no se trató de un tsunami masivo en todos los puntos, expertos insistieron en que las corrientes fuertes y repentinas podían representar un riesgo mortal.
“Este no fue un evento menor”, declaró Dave Snider del Centro Nacional de Alertas en Alaska. “Es uno de los terremotos más significativos registrados en la región y una muestra de lo vulnerable que puede ser toda la cuenca del Pacífico”.







