El gobierno de Nicolás Maduro volvió a encender las alarmas internacionales tras denunciar la presencia de barcos y submarinos nucleares estadounidenses en el mar Caribe. La acusación fue planteada por el embajador de Venezuela en Trinidad y Tobago, Álvaro Sánchez Cordero, quien calificó el despliegue como una amenaza para toda la región y una violación al Tratado de Tlatelolco de 1967, que declaró a América Latina y el Caribe como zonas libres de armas nucleares.
“Esta poderosa y agresiva plantilla de Estados Unidos debería estar en el océano Pacífico y no en el Caribe”, sostuvo Sánchez Cordero en un acto en San Fernando, en el suroeste de Trinidad y Tobago. Según el diplomático, la mayoría de cargamentos de cocaína y otros narcóticos ilegales se transportan hacia Norteamérica a través del Pacífico, no desde Venezuela.
EE. UU. refuerza operaciones antinarcóticos
Las tensiones crecieron luego de que Washington anunciara el despliegue de buques, submarinos y cerca de 4.000 marines en el Caribe como parte de su estrategia para combatir el narcotráfico. Según el Departamento de Estado, el gobierno de Maduro estaría directamente implicado en estas operaciones ilícitas.
De manera paralela, la administración Trump duplicó la recompensa por información que lleve a la captura de Nicolás Maduro, pasando de 25 a 50 millones de dólares, acusándolo de “violar las leyes de narcóticos” de Estados Unidos.
El secretario de Estado Marco Rubio afirmó que la medida cuenta con el respaldo de varios países de la región, entre ellos Argentina, Paraguay, Ecuador, Guyana y Trinidad y Tobago, cuyos gobiernos expresaron disposición a colaborar en las acciones conjuntas contra el crimen organizado.
Venezuela denuncia intento de “cambio de régimen”
Desde Caracas, el gobierno bolivariano rechazó de forma categórica la ofensiva militar estadounidense y advirtió que forma parte de un plan de “acciones hostiles” con fines políticos. “No es solo una amenaza hacia nuestro país, sino a todos los de Latinoamérica y el Caribe”, enfatizó Sánchez Cordero.
En su pronunciamiento, la misión venezolana ante la ONU alertó sobre la inminente llegada de un crucero lanzamisiles y un submarino nuclear de ataque rápido a aguas cercanas, entre otros buques de guerra. Para Caracas, la movilización constituye un riesgo a la paz regional y podría interpretarse como un intento de presión militar para forzar un cambio de régimen.
Por esa razón, exigió el cese inmediato del despliegue militar estadounidense en el Caribe, incluyendo la retirada del submarino nuclear USS Newport News, y pidió garantías verificables de que Washington “no desplegará ni amenazará con usar armas nucleares” en la región.
Escalada en el mar Caribe
Como respuesta, Venezuela anunció también el despliegue de buques de mayor porte en aguas del Caribe para “combatir el narcotráfico” y proteger la soberanía nacional. No obstante, el trasfondo político del conflicto es evidente: mientras Washington insiste en vincular al chavismo con redes criminales, Caracas denuncia que se trata de una estrategia para aislar diplomáticamente al país y justificar medidas de fuerza.
La disputa llega en un momento de máxima tensión, en el que la narrativa de seguridad y la lucha contra el narcotráfico se cruzan con la pugna por la legitimidad política en Venezuela.







