La tensión en el Caribe volvió a encenderse tras un incidente protagonizado por la Fuerza Aérea venezolana y la Marina de Estados Unidos. De acuerdo con información divulgada por la cadena estadounidense CBS, dos cazas F-16 enviados por Caracas sobrevolaron un destructor estadounidense desplegado en la región como parte de la operación ordenada por Donald Trump contra el terrorismo y el narcotráfico.
La acción fue calificada por fuentes militares estadounidenses como una “demostración de fuerza” del gobierno de Nicolás Maduro. Según la Casa Blanca, los barcos enviados a la zona cumplen tareas de interdicción marítima con el fin de frenar el tráfico de drogas y la presencia de organizaciones criminales que intentan trasladar cargamentos hacia Estados Unidos.
El Departamento de Defensa confirmó el sobrevuelo y lo consideró un intento de interferencia con sus operaciones. En un comunicado, advirtió que Washington no tolerará obstáculos a la misión: “Se recomienda encarecidamente al cártel que gobierna Venezuela que no siga intentando obstruir, disuadir ni interferir con las operaciones antinarcóticos y antiterroristas llevadas a cabo por el ejército estadounidense”.
Este cruce ocurre en medio de un escenario cada vez más hostil. A inicios de semana, las fuerzas estadounidenses destruyeron una embarcación que, según el propio Trump, transportaba integrantes del grupo delictivo Tren de Aragua junto con un cargamento de drogas. El mandatario republicano insistió en que la operación busca frenar la expansión del crimen organizado y, al mismo tiempo, presionar directamente al régimen venezolano.
Trump endureció su ofensiva contra Maduro en el último mes, llegando incluso a fijar una recompensa de 50 millones de dólares por su captura. El líder venezolano respondió acusando a Washington de utilizar “buques de guerra” para amenazar a su país y aseguró que más de 1.200 misiles están listos para defender su territorio frente a cualquier ataque.
El sobrevuelo de los cazas no solo refleja la creciente militarización de la región, sino que también profundiza la fractura diplomática entre Caracas y Washington, con un Caribe convertido en tablero de demostraciones bélicas y advertencias cruzadas.