El suicidio continúa siendo una de las problemáticas más sensibles en materia de salud mental en Colombia, y el departamento del Magdalena refleja con crudeza esta realidad. Según un informe de Pro Santa Marta Vital, basado en cifras del Instituto Nacional de Salud (INS), hasta el 2 de agosto de 2025 se habían registrado 501 intentos de suicidio, de los cuales 27 terminaron en muertes.
Santa Marta concentra una parte significativa del problema: en la capital del Magdalena se reportaron 233 intentos de suicidio, con un saldo de 12 fallecimientos. Aunque estos números son alarmantes, los datos ubican al Magdalena entre los departamentos con menores tasas de la región Caribe, con 1,8 casos por cada 100 mil habitantes, solo superado por La Guajira, que presenta una tasa de 1,3.
Factores que inciden
Los especialistas advierten que más allá de las estadísticas, cada intento de suicidio representa un drama humano y familiar que no puede reducirse a una cifra. Entre los factores más comunes asociados a estas conductas están la depresión, la ansiedad, las dificultades económicas, la violencia intrafamiliar, el consumo de sustancias psicoactivas y la carencia de redes de apoyo.
En el contexto del Magdalena, se suman otras particularidades: la falta de acceso oportuno a servicios especializados en salud mental, el desempleo juvenil, el crecimiento urbano desordenado y las brechas sociales y económicas, que aumentan los niveles de estrés y vulnerabilidad emocional en la población.
La importancia de la prevención
Psicólogos y profesionales en salud coinciden en que la prevención pasa por la detección temprana de señales de alarma, como el aislamiento, cambios bruscos de comportamiento o expresiones de desesperanza. La capacitación de docentes, familias y líderes comunitarios se considera fundamental para crear entornos protectores que permitan intervenir antes de que las crisis se agudicen.
El informe también subraya la necesidad de fortalecer las políticas públicas de salud mental. Aunque existen iniciativas en curso, su cobertura aún resulta insuficiente frente a la magnitud de la problemática. Se propone integrar la atención primaria, ampliar la disponibilidad de líneas de apoyo inmediato y generar estrategias comunitarias que acerquen los servicios de salud mental a los sectores más vulnerables.
Un reto de salud pública
La Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en que el suicidio es prevenible si se cuenta con programas integrales que promuevan la salud mental y reduzcan el estigma hacia los trastornos psicológicos. Para el Magdalena, el desafío es avanzar hacia un modelo de salud pública que no solo atienda emergencias, sino que también fomente el bienestar emocional desde edades tempranas.
Las cifras reportadas hasta agosto de 2025 deben ser asumidas como un llamado de alerta. Cada intento de suicidio es un grito de ayuda que exige respuestas institucionales rápidas, apoyo comunitario y acompañamiento familiar. En palabras de los expertos, “hablar de suicidio no es fomentar la conducta, es reconocer el problema para salvar vidas”.