Un informe del Royal United Services Institute (RUSI) encendió las alarmas internacionales al revelar que Rusia estaría ayudando a China a desarrollar capacidades aerotransportadas avanzadas, clave en un eventual plan de invasión de Taiwán. El análisis se basa en unos 800 documentos filtrados por el grupo hacktivista Black Moon, entre los que figuran contratos, listas de equipos y actas de reuniones bilaterales.
Aunque la autenticidad total de los archivos no pudo verificarse de forma independiente, los investigadores compartieron parte del material con la agencia AP y concluyeron que ofrecen una visión preocupante de la cooperación militar entre Moscú y Beijing.
Entre los detalles más significativos se incluye la venta de 37 vehículos anfibios ligeros de asalto, 11 cañones antitanque autopropulsados, 11 transportes blindados de personal y equipos de mando y observación, por un valor superior a los 210 millones de dólares. También se señala la entrega de sistemas de paracaídas de gran altitud y el sistema Dalnolyot, capaz de lanzar cargas de hasta 190 kilos desde 8.000 metros, lo que permitiría a fuerzas especiales penetrar en territorio enemigo sin ser detectadas.
El informe advierte que aunque los documentos no mencionan explícitamente a Taiwán, la naturaleza del material y los entrenamientos encajan con las capacidades que China necesitaría para una invasión. “La escuela china de aterrizaje aéreo es muy joven, y la ayuda rusa podría adelantar su desarrollo entre 10 y 15 años”, afirmó Oleksandr Danylyuk, coautor del análisis.
Rusia, además de suministrar el equipo, habría acordado brindar entrenamiento en suelo chino para un batallón aerotransportado completo. Para los expertos de RUSI, más que la tecnología en sí, el mayor beneficio para China reside en la transferencia de procedimientos de comando y control basados en la experiencia en combate de Moscú, algo de lo que carece Beijing.
El contexto geopolítico refuerza la preocupación. Funcionarios de EE. UU. ya habían señalado que Xi Jinping ordenó a sus fuerzas estar listas para una invasión hacia 2027, mientras que China mantiene su postura de que Taiwán es parte de su territorio. Para Moscú, la alianza no solo representa ingresos que pueden destinarse a financiar la guerra en Ucrania, sino también la posibilidad de arrastrar a Washington a un frente paralelo en Asia.
No obstante, el propio informe recuerda que las fuerzas aerotransportadas rusas han tenido resultados limitados en operaciones recientes, como en Ucrania en 2022, cuando fallaron en capturar aeródromos clave. Esto pone en duda la efectividad de trasladar esas tácticas al escenario taiwanés.
El gran reto para Beijing, en caso de una invasión, seguiría siendo neutralizar rápidamente las defensas aéreas taiwanesas y lograr un desembarco masivo de tropas y equipo antes de que las fuerzas de la isla logren movilizarse. Una hipótesis planteada por RUSI es el uso de lanzamientos aerotransportados de blindados en puntos estratégicos —como campos de golf cercanos a puertos o aeródromos— para despejar rutas a las fuerzas de desembarco.
Hasta ahora, ni el Kremlin ni los ministerios de Defensa y Exteriores de China o Taiwán han respondido a las solicitudes de comentarios sobre estos hallazgos.