El deporte colombiano perdió a una de sus figuras más emblemáticas: Cristian Castaño Villa, apneísta manizaleño de 40 años, falleció el pasado jueves, dejando un vacío difícil de llenar en la comunidad deportiva y científica del país. Su nombre quedó inscrito en la historia tras alcanzar 28 récords nacionales en buceo libre, disciplina en la que se destacó por su disciplina, talento y capacidad de superar límites.
La vida de Castaño estuvo marcada por momentos memorables, pero también por desafíos que pusieron a prueba su fortaleza. Uno de los más recordados ocurrió en 2023, cuando fue atacado por un tiburón oceánico de puntas blancas en aguas de San Andrés. El episodio le dejó graves heridas y lo mantuvo alejado de la actividad deportiva por un tiempo. Sin embargo, su espíritu resiliente lo llevó a recuperarse y regresar a las competencias, participando posteriormente en un campeonato mundial en Chipre, gesto que lo convirtió en referente internacional.
Más allá de sus logros personales, Castaño impulsó reflexiones profundas sobre la seguridad en la apnea y la relación del ser humano con el mar. Su caso puso en evidencia la necesidad de protocolos más estrictos para la práctica de este deporte en Colombia, además de campañas de sensibilización sobre la convivencia responsable con especies marinas en peligro, como los tiburones.
Diversas instituciones, entre ellas la Secretaría de Deporte de Caldas, así como organizaciones internacionales, han rendido homenaje a su memoria destacando su disciplina, compromiso y valentía. Para muchos, Cristian Castaño fue más que un atleta: un símbolo de superación y un puente entre el deporte de alto rendimiento y la conservación de los ecosistemas marinos.
Su partida no solo deja en luto a quienes lo admiraban, sino que también abre un debate urgente sobre cómo garantizar la seguridad de los apneístas y, al mismo tiempo, promover una relación armónica con la naturaleza. Su legado, sin duda, servirá de inspiración para las futuras generaciones que busquen en la apnea no solo una competencia, sino una forma de conectar con el océano y protegerlo.







