Tres años después de que el gobierno del presidente reactivara el Sistema Nacional de Reforma Agraria, Colombia empieza a ver resultados concretos en el campo. Bajo la coordinación de la Agencia Nacional de Tierras (ANT), más de 700.000 hectáreas han sido gestionadas y entregadas a campesinos, comunidades indígenas y afrodescendientes en distintas regiones del país, con un énfasis especial en zonas golpeadas por el conflicto armado como Sucre, Córdoba, Huila, Antioquia y Norte de Santander.
El proceso no solo busca saldar una deuda histórica con las comunidades rurales, sino también impulsar la soberanía alimentaria del país mediante proyectos productivos que garanticen ingresos, estabilidad y arraigo.
Un símbolo de reparación en el Huila
En septiembre, campesinos afectados por el desplazamiento y las pérdidas generadas por la construcción de la hidroeléctrica El Quimbo recibieron el predio Villanueva, de 55 hectáreas. Allí, familias como la de Alirio Trejos —despojado hace 16 años de su finca— cultivan cilantro, maíz, tomate, sandía, cítricos y tilapia. Para ellos, recuperar la tierra significa dignidad y justicia tras décadas de lucha.
Producción y memoria en Córdoba
En Buenavista, Córdoba, el predio Aguaditas de 589 hectáreas beneficia a 86 familias que hoy producen arroz, maíz, frijol y ajonjolí. La tierra no solo ha recuperado su vocación agrícola, sino también su carácter reparador: la Hacienda Aguaditas, que en el pasado fue un enclave del narcotráfico y el paramilitarismo, hoy se convierte en un espacio de reconstrucción económica y social.
El renacer en Antioquia
En Necoclí, 262 hectáreas del predio Huerto de Edén fueron entregadas a la Asociación Tierra y Paz, integrada por víctimas del conflicto. Allí se producen plátano, yuca y cacao. Para líderes como Ayineth Pérez, despojada en 1995, recibir la tierra es un acto de resistencia y de reivindicación de la memoria campesina.
Nuevos comienzos en Sucre
En los Montes de María, Leidys Martínez, madre cabeza de hogar desplazada, trabaja hoy en un terreno de 84 hectáreas donde ya se producen arroz y batata. El predio, antes vinculado a casos de corrupción, fue transformado en un espacio de esperanza y productividad para decenas de familias.
Catatumbo: tierras para la paz
En Norte de Santander, 950 hectáreas fueron entregadas a excombatientes del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Caño Indio. Allí, firmantes de paz desarrollan proyectos de cultivos y producción agroalimentaria como parte del programa Fincas para la Paz. Además, en zona rural de Cúcuta, 42 familias producen plátano, yuca, maíz y derivados lácteos de búfalo, apostándole a la economía campesina como motor de estabilidad.
Con estos avances, la Reforma Agraria no solo fortalece la seguridad alimentaria de Colombia, sino que también abre el camino hacia una reparación histórica para miles de víctimas del conflicto, que hoy vuelven a encontrar en la tierra un proyecto de vida.







